sábado, 30 de abril de 2011



De pequeño piensas que todo es de color de rosa, que las hadas existen y el ratoncito pérez te visita por las noches. Crees que la gente mala no existe, que todo el mundo es bueno con los demás. Luego, vas creciendo y poco a poco te vas dando cuenta de la realidad. Ya no eres esa niña ingenua y feliz que siempre veía el vaso medio lleno. Ahora vas viendo la cara mala de las cosas. Esa persona que siempre habías visto como alguien bueno, que no haría daño a las personas que quiere ha cambiado. Un día es así, y a la mañana siguiente se comporta como un verdadero estúpido. Nunca creíste que sería capaz de hacer tal barbaridad, pero lo ha hecho. No se arrepiente. Ya le da lo mismo lo que sientan los demás. Él ha cambiado. No le importa si sus acciones tienen consecuencias, si va a hacer daño a su familia o si está mal. Es diferente, mucho peor. Te acabas de dar cuenta de lo verdaderamente imbécil que había sido siempre. Y no puedes hacer nada. Tú no puedes ir donde él y decirle lo que piensas, porque sería lo peor. Lo único que eres capaz de hacer es animar a sus seres queridos, intentando pintarles la realidad de colores alegres, en un fallido intento de esconder la triste verdad. ¿Y todo por qué? Porque en un momento dado decidió convertirse en un ser odioso, sin motivo ni razón aparente. Y ahora por fin has abierto los ojos.

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